Hace dos años un grupo de socios de Norysur emprendió un viaje organizado por el Club a Jardines de la Reina. No era nuestro primer viaje a Cuba pero sí lo era a este destino. Todos nos juramentamos volver. Y lo hicimos. Y lo volveremos a hacer si los dioses no se interponen...
El grupo estaba conformado por pescadores experimentados y los que hacían sus primeras armas en el "salt water flyfishing". Pero todos íbamos con el mismo entusiasmo ya sea por volver o por experimentar algo completamente nuevo.
Viajamos por la eficiente Copa y llegamos a La Habana haciendo escala en Panamá. Pasamos la noche (o parte de ella) en un excelente hotel para levantarnos a la exótica hora de las 3.30 hs de la mañana para tomar un ómnibus que tras seis horas de travesía nos llevaría al puerto de Júcaro donde nos esperaba el Avalon II. Un lujoso crucero de amplias proporciones que sería nuestra vivienda durante los próximos días.
Tras acomodarnos en los respectivos camarotes partimos hacia Jardines de la Reina donde llegamos tras unas 4 horas de navegación.
Desayuno a las 7 hs y salir a pescar con el guía y su lancha a las 8 hs. Volvíamos al barco al mediodía para un almuerzo y descanso y salíamos nuevamente a las 15 hs hasta casi la puesta del sol.
Durante las tres semanas anteriores el clima había sido pésimo. Vientos, nubes, lluvias. Todo eso hizo que los desafortunados a quienes les tocaron esas condiciones vieron muy limitadas sus posibilidades de pesca. Nosotros, en cambio, tuvimos suerte (a veces pasa). Si bien las mañanas solían ser ventosas y sin mucho sol ya para la tarde el viento calmaba y el cielo se despejaba. Infaltablemente, hacia la noche, se iba formando una ominosa tormenta que a veces se desataba y otras quedaba en amagues.
Con esas condiciones la pesca se facilitó. Los bonefish se veían y todos tuvimos nuestras recompensas. Para prender un bonefish hay que hacer un cast preciso cosa que a veces ocurría y otras no tanto para contrariedad del guía que se excitaban (algunos) más que los propios pescadores. Cuando sacábamos, teníamos la sensación que el mérito era del guía y cuando no lo hacíamos la "culpa" era claramente nuestra. Algo de razón había en esto...
El tercer día un par de lanchas fuimos a un lugar bastante distante que los guías habían localizado donde habitaban robustos tarpones. Cambiamos de equipo pasando a caña 10 y línea de hundimiento. Acá no había precisión en la pesca pero sí una gran emoción de prender un pescado de ese porte y esa energía que desplegaba con acrobáticos saltos.
Los tarpones eran grandes sin ser enormes. Rondarían los 30 kgs en promedio. Cabe aclarar que la fuerza de un pescado de mar, a igual peso, es notablemente superior a la de un pescado de río. De modo que tener un tarpon en la punta de la caña era el prolegómeno de una larga y emocionante lucha.
Las damas pescadoras que nos acompañaban no esquivaron el bulto y se animaron a entablar lucha con estos especímenes que eran sólo un poco más chicos que ellas. En las fotos iniciales podrán ver a Las Reinas de los Jardines. Nuestras felicitaciones!
La atención abordo era inmejorable. Al regresar éramos recibidos con toallitas húmedas frías para la cara, mojitos, daiquiris, pizas y disfrutamos durante seis días del privilegio de no tener internet. Desconexión absoluta. Un lujo que se ha perdido.
También aparecieron los permit (grandes palometas) que por motivos que no se conocen habían desparecido de la zona. Pescado esquivo y desafiante. Vimos varios el último día pero no logramos hacerle un tiro con chances. Queda para la próxima.
Y así transcurrió nuestra rutina durante los breves cinco días que se nos escurrieron entre las manos. Llegó el momento de emprender la retirada cosa que hicimos con resignación pero con el mismo propósito que nos invadió la vez pasada. Volveremos....
Ya nuestro viaje se va convirtiendo en un recuerdo al mismo tiempo que vamos proyectando otro.
Hay pocos programas que puedan igualar el estar en lugares de gran belleza, con amigos, practicando el deporte que nos apasiona.
Fly Fishing Caribe recomienda a sus pasajeros que adhieran a Global Rescue antes de iniciar su viaje.
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